Origen del Boyeo y Carretas
La tradicional carreta de bueyes es el tipo de
artesanía más famoso de Costa Rica. Desde mediados del siglo XIX, las carretas
de bueyes eran utilizadas para transportar el grano de café desde el valle
central de Costa Rica, en las montañas, a Puntarenas, en la costa del Pacífico.
Un viaje requería de 10 a 15 días.
En muchos casos, las carretas de bueyes
eran el único medio de transporte de una familia y simbolizaban su estatuto
social. La tradición de pintar y engalanar las carretas comenzó a principios
del siglo XX. Originalmente, cada región de Costa Rica tenía su propio diseño,
lo que permitía identificar el origen del boyero por los motivos pintados en
las ruedas. A principios del siglo XX, flores, rostros y paisajes en miniatura
empezaron aparecer al lado de los motivos que representaban estrellas
puntiagudas.
Cada
carreta de bueyes se fabrica para producir su propio “canto”, un campanario único
producido por un anillo del metal que golpea el cubo de la rueda cuando la
carreta traquetea por los caminos. Cuando las carretas de bueyes se
convirtieron en motivo de orgullo individual, se construían con mayor cuidado,
seleccionando las maderas de mejor calidad para producir los mejores sonidos. Al
convertirse la mayoría de las carretas en un medio de transporte antiguo, se ha
reducido la demanda de carretas, y por tanto también ha disminuido en las
últimas décadas el número de artesanos que dominan la técnica para fabricarlas
y decorarlas.
El
Boyeo
Los
campesinos costarricenses, al mando de su carreta y junto a sus fieles bueyes,
han ejercido el oficio del boyeo por generaciones. Un oficio aprendido desde
pequeños, junto a su familia. Son los hombres, principalmente, quienes heredan
la tradición del boyeo, sin embargo, las mujeres siempre han participado de la
tradición y en los últimos años han asumido un liderazgo importante.
Al
igual que el boyero, los bueyes desde jóvenes reciben su educación, una tarea esforzada
que requiere de varios años. Aprenden a llevar la carga del yugo y la carreta,
y su temperamento es modelado para recibir con sumisión las instrucciones del
boyero.
Los
estímulos del chuzo y las órdenes del amo, que con el diario convivir se
envuelven en gestos de cariño, confianza y obediencia, facilitan la labor. El
chuzo permite establecer jerarquías, pero no se utiliza para agredir al animal.
Arar el
campo o hacer girar las muelas del trapiche. Transportar leña, caña dulce, maíz
y otros productos. Llevar el café al puerto para intercambiarlo por sal y
algunos granos. Trasladar a los enfermos, brindar el servicio de fletes o ir de
paseo. Estas han sido algunas de las funciones que boyero, bueyes y carreta,
han permitido en Costa Rica.
Todo
este cúmulo de conocimientos y habilidades, intangibles e imperceptibles pero
arraigados en la memoria, han contribuido, en alguna medida, a la definición de
la identidad costarricense. La
carreta ignoró obstáculos, mitigó cansancios, multiplicó empujes, abrió nuevos
horizontes, pero al lado de ella también merece reconocimiento el boyero, que
bajo la lluvia, barreales, nubes de polvo de día y de noche fueron la yunta
perfecta, para poner los pilares de la democracia, dedicados de lleno al
progreso de la patria, simbolizan la tenacidad de una nación joven.
Carreta
Desde
mediados del siglo XIX, con la extensión de los cultivos de café, con terrenos
en extremo pendientes y llenos de barro, durante los meses de transporte, se
empezó a dar preferencia por carretas de rueda maciza, para evitar la
acumulación de barro entre los radios.
La técnica de su fabricación evolucionó
rápidamente, los colores y los diseños han constituido una nota peculiar del
país. Durante cien años, hasta la entrada de los vehículos, las carretas
pintadas fueron el eje del desenvolvimiento económico del país. La carreta
costarricense se diseñó para superar las dificultades que presentaban nuestros
viejos caminos como: lodazales, cuestas, curvas cerradas, duros pedregales, profundas
quebradas y otros.
En
1843, Costa Rica envía un primer embarque a Inglaterra, de esta manera abre las
puertas del país al mercado internacional y consolida la situación de
monocultivo. Con el fortalecimiento de la actividad cafetalera, se intensifica
el uso de la carreta, que pasa a ser el mejor instrumento en el esfuerzo del
país por producir y exportar el grano de oro.
El
camino a Puntarenas exige la multiplicación de carretas. El café y la carreta garantizaron
el empeño de Costa Rica para desarrollarse y por generar riqueza pública. La
edad de oro de las carretas puede ubicarse de 1850 a 1935.
DAVID GARCÍA
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